09 marzo 2010

Te estoy pagando la hipoteca



Da gusto ser cliente. Sientes que te tratan con amabilidad y simpatía, de forma servicial y atenta, siempre intentando que te vayas del establecimiento con una sonrisa en la cara, satisfecho y con la intención de volver más a menudo al mismo comercio gracias a lo bien que te han tratado. Sí. Da gusto ser cliente.

En otro país. Aquí, no.

Ayer fue ese día en el que en Barcelona cayó la nevada del copón y todo se colapsó. Alguna gente tuvo que quedarse a dormir en mi casa por la imposibilidad de llegar a las suyas, con lo que, a la hora de cenar decidimos pedir algo a domicilio. Ya suponía que con la nevada seguramente no habría servicio a domicilio, pero bueno, probé a ver. Primero con la pizzería a la que suelo pedir normalmente; me dijeron que no había servicio a domicilio, bueno, ok, lo entiendo. Entonces pensé "ostia, podemos llamar al kebab que hay en la calle de al lado, que normalmente vienen caminando y quizá se enrollen", llamo:

- Kebab XXXXXX, dígame.
- Hola, quería hacer un pedido.
- Para venir a recoger?
- No, para domicilio.
- Es que esta noche no hacemos servicio a domicilio.
- Ah... bueno, es que estoy en la calle de al lado, y normalmente venís caminando, quizá...
- Pues si estás en la calle de al lado, por qué no vienes tú?
- Anda y que te den por el culo, gilipollas.

Acojonante. A ver, que no me quejo de que no quieran venir caminando a traer un pedido a mi casa con las calles llenas de nieve (que tampoco es una expedición al Anapurna, pero bueno), si me dice que no, pues nada, mala suerte. Pero... decirme con toda su jetaza que porqué no voy yo? Y no lo dijo en un tono simpático ni era un extranjero que quizá no dominase la lengua. El tío me lo dijo con todo su rostro.

A ver, anormal, me hablas como si me hicieses un favor vendiéndome unos kebabs? A mí? Al cliente? Al que paga tu hipoteca y financia las ruedas nuevas que le has puesto a tu mierda de coche, que también te compré yo? Al que permite que tengas siempre algo que llevarte a la bocaza cuando abres la nevera y que no tengas que irle a pedir a tu madre? Al que te paga las vacaciones en EuroDisney para que la imbécil de tu novia se haga una foto con Goofy? Yo, chaval, soy el cliente, a ver si te enteras, soy tu Dios.

Hay casos mil, y no hace falta ponerse a enumerarlos porque todos hemos tenido experiencias repugnantes como clientes, pero, en general, no existe el respeto por el cliente que te encuentras en otros países del mundo. Aquí entras en un bar en el que no hay nadie y el tío de detrás de la barra te mira en plan "joder, con lo bien que estaba yo leyendo el Marca, ya viene este cabrón a dar por culo". Te hartas de ver caras que dicen claramente "a ver si llegan ya las 18.00 h., que acabo y dejo de tratar con estos mamones". A ninguno nos gusta trabajar, a mí al que menos, pero joder, ya que tienes que hacerlo, pues hazlo bien, que cuesta lo mismo. Y si quieres pensar que yo, el cliente, soy un capullo, piénsalo, pero que tu cara no lo diga y trátame todo lo bien que puedas, que al fin y al cabo, el cliente es quien te paga la nómina, no tu jefe.

Al final me bajé yo a la calle a buscar algo de cena, lógicamente no fui al sitio de kebab, aunque me dieron ganas de pasarme a enseñarle la cena que había comprado en otro sitio, llamarle soplapollas y decirle que cuando me apetezca un kebab de ahora en adelante llamaré a otro. Pero no vale la pena ir a decirle nada, sencillamente haré eso, no volver a ser su cliente, acaba de ser repudiado por su Dios, y no es buen momento para ir perdiendo dioses, con la que está cayendo, como pierda algunos más, se puede ir olvidando de pagarse el fútbol de pago en la tele la temporada que viene.